Cuando los discípulos reconocen que Jesús es verdaderamente el Mesías largamente esperado y el Hijo mismo de Dios, Jesús comienza a prepararlos para lo que sucederá a continuación: el Reino de Dios se iniciará a través del sufrimiento y la muerte. La noticia es increíble y Pedro es el primero en resistirse, pero como leeremos en Mateo 16, Jesús ahora muestra el costo del discipulado.
En Mateo 16, Jesús se dirige una vez más a un territorio predominantemente gentil. Esta vez, viaja directamente al norte, a Cesarea de Filipo, un importante lugar de adoración de ídolos en el extremo norte de la tierra de Israel. Mientras sus discípulos luchaban con corazones endurecidos, Jesús los confronta preguntándoles: "¿Quién decís que soy yo?". Sintonice y vea cómo la conversación resultante cambiaría el mundo.
Después de los acontecimientos de Marcos 7, Jesús permanece en el lado gentil del lago, atendiendo a lo que los judíos llamarían los “inmundos”. Después de tres días de enseñar sin comida, la multitud se encuentra en una situación similar a la de la multitud judía unos meses antes. ¿Jesús proveería para los gentiles de la misma manera que había provisto para los judíos? ¿Están los inmundos en la misma situación que los limpios? ¿Para quién es el Reino de Dios? Sintonice mientras exploramos las respuestas en el capítulo 8 de Marcos.
Jesús continúa por tierra gentil de regreso a la región de Decápolis, donde había estado antes. Si bien la primera vez fue rechazado, ahora Jesús encuentra multitudes que acuden a él en busca de sanación. La respuesta de Jesús a las necesidades de estas personas, percibidas como impuras, nos dirá mucho acerca del reino de Dios venidero.
Ante la amenaza de muerte que venía de Judea y la creciente oposición en la región de Galilea, Jesús huyó de la tierra judía hacia la antigua Fenicia. Sin embargo, su creciente popularidad lo había precedido, y no pasó mucho tiempo antes de que una mujer gentil con una hija poseída por un demonio cayera a sus pies. Aunque era una imagen patética de impotencia a los ojos de los judíos, veremos que esta mujer extranjera se convirtió en un modelo a seguir para los creyentes de hoy.
En la siguiente etapa del ministerio de Jesús, nos encontramos con otro enfrentamiento con los fariseos. Esta vez, el tema es el lavado de manos, que para los judíos del primer siglo no sólo tenía un valor limpiador sino también ceremonial. Jesús convierte el acto de lavarse en una parábola para confrontar el pecado en los corazones de los fariseos... y también en nuestros corazones.
¡Qué decepción! Después de alimentar a los 5000, la multitud quería más comida y aún más provisiones. Habían alcanzado a Jesús al otro lado del lago y se habían enterado de que Jesús era y es el cambio de vida y que necesitaban más de Él. Su respuesta es desalentadora y nos permite comprender mejor nuestros corazones. ¿Por qué seguimos a Jesús?
Después de que Jesús realizó una serie de milagros, desde alimentar a 5.000 personas hasta caminar sobre el agua y calmar la tormenta, el pueblo de Galilea estaba frenético. Estaban acechando a Jesús, queriendo más pan o más provisión en lugar de reconocer que el pan era sólo una señal de algo mucho más importante. ¿Qué podría ser más importante que el sustento mismo de la vida?
Siguiendo los acontecimientos anteriores del capítulo 6 de Marcos, la presentación de Jesús del Reino de los Cielos ahora incluye la increíble multiplicación de los alimentos, con sólo 5 panes y 2 peces alimentando a 5.000 hombres. Sin embargo, el repentino final del picnic muestra que está sucediendo algo más que un simple almuerzo por la tarde. Cuando los discípulos son empujados a un barco con destino a Betsaida, se encuentran luchando contra los elementos durante toda la noche, sin avanzar y preguntándose todo el tiempo: ¿aparecerá Jesús?
El retiro de Jesús del público después de la muerte de Juan el Bautista sólo provocó la mayor multitud hasta el momento. Con compasión, Jesús enseñó y ministró a la gente en un lugar remoto cerca del Mar de Galilea. Sintonice mientras vemos que al final de ese día, una crisis de hambre preparó el escenario para que las multitudes y los discípulos aprendieran aún más sobre la identidad de Jesús y Su reino de provisión.